El sentido de la vida es la gente, la sociedad. El individuo como tal no existe sin la existencia de otros. ¿Cuánto creen que duraría alguien solo en el mundo, con la total certeza de que nadie vive para vivir su vida junto a él? ¿Cuánto creen que tardaría en meterse en una bañera con agua caliente, coger una navaja y perforar las venas de su muñeca de una forma suficientemente lenta como para sentir el placer del momento? La grandeza del ser humano reside en la capacidad que éste tiene de aferrarse a la vida en las situaciones más adversas pensando que, si sobrevive, habrá alguien esperándole. Tengan la total seguridad de que si encuentran a un hombre solitario en el desierto, defendiéndose como puede de una tormenta de arena, sin agua y sin comida y sin nada ni nadie, tratará de sobrevivir por la única razón de que está deseoso de encontrarse a ése alguien si alcanzare la paz, y que, si logra sobrevivir, será por el mero hecho de que en su mente destellaba una imagen, o unas cuantas, de quién o quienes él esperaba ver en ésa soñada paz y tranquilidad.
Pese a que nos encontramos en un mundo altamente consumista tenga por seguro que las riquezas no son nada sin nadie, o más bien, no son nada en comparación a las vidas humanas que nos hacen compañía. Nadie sería tan desdichado como para tratar de sobrevivir en un mundo vacío de iguales, aunque tuviera todas las riquezas en su poder. Y créanme que todos los que se esfuerzan por generar riquezas, aún anteponiéndolas a las personas, lo hacen porque existe una razón humana detrás. Aunque ésta razón no sea más que la de generar envidias y rencores al mundo en el que vive.
Así pues, no olviden el sentido de la vida, no olviden que sí, tienen que anteponer sus propios intereses a los del resto, pues sino recibirán muchos desengaños; pero en el momento en el que alguien haga algo por ti, mata por él o ella aunque te vaya la vida en ello.