Desde el preciso momento en el que estas líneas se materializan, mi cuerpo -como ente material y pensante- se declara libre de miedos, fobias, prejuicios, vergüenzas, quediranes y demás infecciones de nuestro desgraciado mundo. A partir de entonces, el brazo armado de los gobiernos opresores no causarán más que asco en mis entrañas y el resto de inútiles sensaciones antes mencionadas -que no son más que una extensión del miedo en sí mismo- no delimitarán ni un sólo milímetro lo azaroso del camino que es mi vida. El resto de situaciones o personas que intenten influir miedo en lo intrínseco de mi alma serán también castigados impúnemente con la efectiva arma que es la ignorancia.
sábado, 23 de febrero de 2013
Me declaro libre de miedos
Me declaro libre de miedos.
martes, 18 de diciembre de 2012
Ojalá que vuelvas
¿Dónde estás?
¿Dónde te llevaron?
¿Dónde te esconden?
¿Por qué te encerraron?
Eras valiente
eras verdadera
eras libre
y eras sincera.
Eras mía
y eras de ellos
pero no de cualquiera
Y ahora
Sin tu melena al viento
no entiendo la libertad
ni entiendo la justicia
sin tus aires de igualdad.
Ni entiendo un mundo
sin tu solidaridad.
Ni entiendo la vida
sin tu melena.
Ni quiero vivirla
como condena
porque ya la vida
no merece la pena.
¡Ojalá te liberen!
¡Ojalá que vengas!
¡Y ojalá nos dejen
con nuestras pasiones
intactas e ilesas!
Ojalá, República, que vuelvas.
lunes, 17 de diciembre de 2012
Declaración
Que los reaccionarios
tomen la utopía
que los dioses amparen
al ateo
que los curas aborten
sus fobias
que los liberales
nieguen al dinero
que los soldados empuñen
libros
que el Estado rescate
personas
y la banca rescate
personas
y las gentes rescaten
personas.
Y nos amemos los unos a
los otros
y seamos felices.
martes, 30 de octubre de 2012
El proletario, en España, se mueve
Ay Asturias
Ay León
Qué guerreros
qué pundonor
qué fieros
y cuánto horror
en la guerra del carbón.
Ay mis Astilleros
Ay mi Bahía
Cómo pelean
qué osadía
la del obrero
qué no se rinde
en el astillero.
Y cómo luchan
y cómo sienten
quién diría
viendo la tele
que el proletario
en España
se mueve.
Por la educación
Por la sanidad
Por el carbón
y el barco en el mar
Por mi pensión
Por dignidad
revolución.
A por el patrón
y el banquero
el político ratero
cómo nos chupa
el mamón
se va a enterar
por ladrón.
A la de tres, Revolución
A la de tres, Revolución
A la de tres, ¡Revolución!
viernes, 26 de octubre de 2012
Noche sin luz
Buenas noches a todos. Son las diez y
cuarenta y tres minutos de la noche en un piso cualquiera de
cualquier lugar. Se ha ido la luz en toda la zona y parece que
tardará en volver.
El único halo de luz que entra por mis
retinas es el de las farolas anaranjadas de la calle, una vela
minúscula de esas que se usan para decorar los catálogos de Ikea
y la luz de la pantalla de mi portátil, al cual le quedan
algo más de dos horas de batería (que luego serán más porque he
desactivado el wifi y se supone que tiene que aguantar). Como
exjugador de Cluedo que soy
puedo asegurar y aseguro que la chica a la que le expropio Internet
–te queremos Marta– es del mismo bloque que un humilde
juntaletras porque no aparece la señal. Suena de fondo algo de Nada
Surf que no hace más que
consumir batería y darle sintonía a esta noche especial. Y digo
especial sin ánimo de querer ser un bohemio de la vida. Pero es
cierto que estas situaciones de incomunicación, sin tele ni radio ni
nada que se le parezca, le dan un puntillo de extraordinariedad a la
vida rutinaria que llevamos. Al menos la mía. Desde luego esta forma
de esperar a la Muerte es digna de probar, al menos durante un día.
Desde que entré
por la puerta hace una horilla larga he intentado llevar una vida
normal en la anormalidad. Esto me hace reflexionar sobre la poca
adaptabilidad que tenemos cuando queremos a toda costa imitar el día
a día en las situaciones excepcionales que se nos presentan. Aunque
es cierto que tenía que ir al baño como loco y eso no hay situación
excepcional que lo cambie. Ese momento con el móvil en la boca
intentando iluminar la oscuridad absoluta, apuntando con el cañón
de vida a la nada y lanzandote a la aventura del desahogo a plena
sombra de la noche no tiene precio. Creo –mañana lo comprobaremos–
que he dejado el pabellón bien alto cuando, tras unas milésimas de
suspense, he oído como las lágrimas del desecho humano producían,
a su impacto con la calma del agua que reposa en el fondo de la
garganta del señor Roca, el sonido inconfundible de la victoria en
el tiro con pis que es, al fin y al cabo, esta cosa que llamamos
vida.
Tras
ese nada desdeñable triunfo me propuse el aún más difícil
todavía: Cocinar a la penumbra de los fogones y de los ya mi
inseparables amigos la luz de la vela-denigrante y la minipantallita
del minigalaxy. Casualidades -o causalidades- de la vida había
cacharros sin fregar. Y sí, han acertado, ahí fui yo. ¡Al lío!
–me dije–, sin un atisbo de terror en la mirada, como cuando el
gran Baughner, Baugner, Bahugner o como diablos se llame, saltó al
vacío desde el más vacío todavía que es la estratosfera. Con el móvil entre los
dientes y la velita alumbrando los dioses saben a qué cogí el
estropajo y el Fairy marca
Día y me puse manos a
la obra. Lo malo de fregar a oscuras es que puedes dejarte alguna
parte del cacharro en cuestión sin fregar. Lo bueno es que no te
darás cuenta. Después de ese incansable baile de estropajazos me
lancé al noble arte de la cocina estudiantil (también conocida como
“Pasta, fritura y no tocar la verdura”). Puse agua a hervir,
aceite a calentar y pasé los minutos pensando qué cocinar. Bueno,
miento; pensando más bien en por qué cocino siempre lo mismo. Saqué
el cartón de sanjacobos que tenía abierto con dos unidades en el
interior y las cinco salchichas que me quedaban de otro paquete en
similares condiciones mientras me planteaba cuanto durarían los
tuppers de mi señora madre descongelándose en el esta noche mal
llamado 'congelador'. Me hice también con lo que quedaba de una
bolsa de macarrones –todo marca Día–
que por entonces, a la luz de la oscuridad, parecían pocos y que
luego, al cobijo de mis intestinos, resultaron excedentes.
Tarea
fácil fue volcar los macarrones en el cazo pero mucho más complejo
fue la aventura sartenil. Por aquel entonces no recordaba el tamaño
minúscula de ésta y, echao p'alante de
mí, dispuse de sendos sanjacobos y manita de salchichas y los lancé
-¡que estoy mu loco!-
todos a la vez a la piscina aceitosa que era aquella escultura de
teflón taiwanés. Imaginen el espectáculo posterior haciendo hueco
a toda esa masa graseril en unos pocos centímetros cúbicos. Después
de separar un par de peleas entre salchichas y sanjacobos –las
primeras, pequeñitas pero matonas, iban dominando el terreno– que
intentaban ocupar el mismo lugar opté por expulsar a las salchichas
de la alberca allí formada. Medida dictatorial, sí, pero que la
situación requería. Espero que no se cebe en unos años la
oposición política con mi equipo de gobierno por esta decisión de
carácter urgente que exigía, qué sino, medidas urgentes. Con la
pasta pastando y los sanjacobos sanjacobeando me
puse a bailar el chiqui-chiqui
me senté a esperar.
Terminó primero la pasta -cosa extraña pues suele tardar más.
Tendría miedo a la oscuridad y se ablandó con
facilidad, qué sé yo- y la revolqué en el mismo cazo previo
escurrimiento sobre un bote de tomate de cartón –marca Día
o muerte– ya precipitado. Tras
una serie de bailes de cucharón terminé por crear la ya
especialidad de la casa y que, junto a la fritanga, completó mi menú
nocturno –de digestión ligerita– que recién terminé de comer.
Fue
entonces, cuando contemplaba los restos de comida que no logré
acabar, el momento en el que me dispuse a filosofear sobre ésta
nuestra sociedad moderna. Resulta difícil encontrar momentos de
absoluta calma, sin contacto con nada ni nadie, en estos nuestros
días. Estoy seguro que si hubiese electricidad por mis cables y wifi
de mi inestimable Marta –te adoramos Marta– conectándome al
mundo no estaría yo aquí ejerciendo el noble arte de la pulsión
tecladil por el mero hecho de escribir. Por amor a la escritura.
Escribir por escribir. Ya no se lleva. Y les aseguro también, a
riesgo de traerme la desgracia hacia mi persona, que si los
desgraciados
hijos de puta de Endesa
devolviesen los vatios a ésta nuestra morada yo dejaría de escribir
ante la avalancha de comunicación que llegaría a mi. Me pondría a
responder con guasa algunos whatsapps y sustituiría la música
armoniosa de Nada Surf
por las voces ya familiares de nuestros queridos vecinos de Desengaño
21. Gracias a los dioses –a los tuyos me refiero, que yo no tengo–
esto no sucede. Los malnacidos
mamones de Endesa
siguen a lo suyo y yo a la escritura, que es lo mío. No lo digo
porque se me de especialmente bien sino porque es uno de mis mayores
placeres después de hablar por Whatsapp y ver Aquí no hay
quién viva.
Y me
lamento –ya en serio– de esta sociedad que estamos creando entre
todos. Tenemos que estar continuamente comunicados. Y, lejos de
sentirnos satisfechos con hacerlo con nuestros seres queridos o
cercanos, queremos hacerlo con cuanta más gente mejor. Por eso no es
de extrañar en nuestros días ver gente que quiere cada vez más y
más seguidores en Twitter para decirles cuando se levantan, que han
desayunado o de qué tamaño era el truño que se ha merendado
nuestro estimable amigo Roca.
Tweets de la talla de “Con @tusmuertos de shopping” o “Cagando,
vuelvo en cinco minutos #TwitterOffdeJuver” son tendencia en
nuestras vidas. ¿Qué demonios pretenden con eso? ¿Que le haga un
retuit? ¿Un fav? ¿Una lista en la que incluya a gente que justifica
el porqué el aborto debe no sólo estar permitido sino también
estar subvencionado? Estamos llegando a unos extremos que parecen no
tener fin. La 'sociedad de la información' la llaman. La 'sociedad
GameOver-InsertCoin' la llamo yo.
Reclamo desde estas
líneas, ya para acabar, un poco más de filosofía. Un poco más de
literatura. Un poco más de pasión. Un poco más de vida ya que, al
fin y al cabo, a eso que ustedes viven no se le puede llamar vida.
Llámenle como quieran pero les ruego no le llamen vida. Respeten ese
término para quienes queremos –aunque nos cueste conseguir– un
poco de placer y felicidad inmaterial en estos años que nos da el
universo donde, en una libertad más que relativa si no cuestionable,
podamos errar una y otra vez hasta llegar a la muerte.
Ahora les dejo que,
aunque me queda un 21% de batería (media horilla), tengo que ir a
cagar.
Buenas noches a
todos.
26
de octubre de 2012 a las 00:23 de la noche.
viernes, 17 de agosto de 2012
El sentido de la vida
Creo que he descubierto el sentido de la vida.
El sentido de la vida es la gente, la sociedad. El individuo como tal no existe sin la existencia de otros. ¿Cuánto creen que duraría alguien solo en el mundo, con la total certeza de que nadie vive para vivir su vida junto a él? ¿Cuánto creen que tardaría en meterse en una bañera con agua caliente, coger una navaja y perforar las venas de su muñeca de una forma suficientemente lenta como para sentir el placer del momento? La grandeza del ser humano reside en la capacidad que éste tiene de aferrarse a la vida en las situaciones más adversas pensando que, si sobrevive, habrá alguien esperándole. Tengan la total seguridad de que si encuentran a un hombre solitario en el desierto, defendiéndose como puede de una tormenta de arena, sin agua y sin comida y sin nada ni nadie, tratará de sobrevivir por la única razón de que está deseoso de encontrarse a ése alguien si alcanzare la paz, y que, si logra sobrevivir, será por el mero hecho de que en su mente destellaba una imagen, o unas cuantas, de quién o quienes él esperaba ver en ésa soñada paz y tranquilidad.
Pese a que nos encontramos en un mundo altamente consumista tenga por seguro que las riquezas no son nada sin nadie, o más bien, no son nada en comparación a las vidas humanas que nos hacen compañía. Nadie sería tan desdichado como para tratar de sobrevivir en un mundo vacío de iguales, aunque tuviera todas las riquezas en su poder. Y créanme que todos los que se esfuerzan por generar riquezas, aún anteponiéndolas a las personas, lo hacen porque existe una razón humana detrás. Aunque ésta razón no sea más que la de generar envidias y rencores al mundo en el que vive.
Así pues, no olviden el sentido de la vida, no olviden que sí, tienen que anteponer sus propios intereses a los del resto, pues sino recibirán muchos desengaños; pero en el momento en el que alguien haga algo por ti, mata por él o ella aunque te vaya la vida en ello.
jueves, 26 de julio de 2012
No abandonen a Grecia
Por favor, no abandonen a Grecia. No abandonen a su gente, a los niños, a los ancianos. No abandonen a quienes buscan trabajo sin encontrarlo, a quienes lloran a escondidas y se secan las lágrimas para demostrar entereza ante los suyos. No abandonen al que lleva trabajando decenas de años y lo ha perdido todo. A quién lleva estudiando desde que tiene uso de conciencia y ahora no encuentra su lugar en el mundo. No abandonen al que sí que se levanta para trabajar; para trabajar horas y horas por un sueldo tercermundista.
No miren para otro lado. Les han obligado a eliminar su futuro para hacerse cargo de una deuda de la que el pueblo llano poca o nada de culpa tiene. Han asumido los recortes, han asumido el final anticipado de sus vidas cuando no podían más. Los suicidios se han multiplicado y aún hay quienes tienen esperanzas. Háganlo por ellos. Les asustaron en las elecciones, les dijeron que el partido de izquierdas, por entonces uno de los favoritos, iba a abandonar el euro cuando eso era mentira. Consiguieron su objetivo y la derecha gobierna. Y pocas semanas después deciden dejarlos en mano de los dioses...de Zeus, Hestia, Hades y otros tantos entes olímpicos. No sean los verdugos de tantas y tantas personas. Piensen en el ser humano que hay detrás de las cifras. No los maten, levanten su sentencia y aparten el dedo del gatillo.
Por favor, no abandonen a Grecia.
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