Me declaro autosuficiente.
A partir de ahora seré yo quién marque mis horarios. Seré yo quién diga lo que queda y no queda bien con mis orejas. Seré yo quién decida comerse el mundo por la mañana o por la tarde. Yo, yo y solamente yo decidiré qué hacer con los cinco minutos que paso en la cama –entre que suena el despertador y me incorporo- en ése tan poco placentero estado de trance. Decidiré entre cerrar un ojo o los dos. Yo, nadie más, elegirá que camino incorrecto voy a tomar en el próximo cruce. Juro ante vuestros dioses; impotentes, capados, inverosímiles y egoístas; que el día de hoy será el último en el que tú, gran empresa multinacional; tú, familiar entrometido; tú, amigo sinvergüenza; tú, arpía; tú, seas quien seas, te reirás ante mis hocicos por mi vulnerable escudo-para-siempre.
Me declaro autosuficiente y, lo que es más, me declaro autosuficiente para siempre. Desde ya. Ya.
Eso sí, si se me olvida, espero que me lo recordéis. Pero sólo eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario